miércoles, 12 de junio de 2019

~Lo que un perro reflexionó~

Soy un perro me gusta explorar. Recuerdo que tiempo atrás unos humanos me dejaban la mayor parte del tiempo solo; amarrado a un árbol.

Ellos se iban por algunas temporadas. Algunas veces me daba la impresión de que ya no regresarían jamás. No sabía que era lo que pasaba con esas personas. No obstante, yo ladraba hasta el cansancio para que alguien me arrancara la cuerda que me sujetaron al cuello. Mientras tanto, me encontraba sediento y hambriento.

La condena que me tenían cumpliendo esos humanos me asustaba. Yo no sabía qué era lo que estaba pagando. Tal vez hice algo muy malo para merecerlo.

En ocasiones, venía a verme gente que se apiadaba de mi sed y de mi hambre. Me aventaban restos de comida que yo devoraba sin pensarlo dos veces.

Algunos días llegó a venir una joven. Ella llenaba mi recipiente de agua que yo, por el estado de locura en el que me encontraba torpemente tiraba. La joven me daba de comer trozos de carne que probablemente le habían sobrado. Ella me hablaba con tonos de cariño y me acariciaba miedosamente. yo, todo brusco, le ladraba para que me rompiera la cuerda. Pero ella sólo se iba.

Hubo algunos días de lluvia acompañados de frío insoportable. Pasaron los días. Mientras tanto, la joven humana me seguía proporcionando comida y agua. Ella insistía en decirme cosas que yo no podía entender. Mas sin embargo, lo que sea que decía me daba tranquilidad.

De repente, los humanos que me tenían amarrado llegaron. Yo ladré para que me soltaran. Me soltaron. Como acto seguido para demostrar mi sentimiento de felicidad brinqué, corrí y volví a ladrar. Me vi envuelto en sentimientos encontrados que me ponían alterado.

Mordí a los humanos a modo de jugueteo y castigo a la vez.
Cuando repentinamente escucho un grito:
-¡ Canelo, ay pinche perro, ven acá!

Y que me dan un par de azotes en el lomo. Me amarraron de nuevo al árbol. Una vez más ladré hasta el cansancio.

De pronto que veo salir otra vez con petacas en mano a esos humanos...


Foto: Por Moy Michel